13 ene 2010

Así llegaste (y así te fuiste)

Tocó la puerta y entró a mi cabeza casi sin pedir permiso. Me agarró desprevenida, el desorden era evidente. Me avergonzó sobremanera la clarísima exposición de mis alegrías, mis tristezas, mi humor y mis torpezas. Pero bien, se instaló cómodamente y no noté intención alguna de irse. De a poco agarró cada cosa que encontró tirada y acomodó cada una en su lugar. Fue rápido, más bien rapidísimo, pero ver cómo logró encajar perfectamente cada pieza y cómo me sonreía luego de hacerlo fue incomparable. Algo había en él que me trasmitía paz y que lograba que mi entrecortada respiración se normalizara de a poco, algo tenía que hacía perdurar mi sonrisa por largas e interminables horas. Ya no estaba tan desprevenida, ni tan asustada, ni tan perdida. Encontré la fuerza necesaria para enfrentar eso que tanto temía, y debo admitir que, si bien no fue fácil, hoy en día soy esa persona que había perdido hace mucho tiempo. Hoy puedo sonreír y reír sin esfuerzo alguno, puedo hacer de mi vida un chiste y de mis experiencias hechos anecdóticos.
Cuando lo miré nuevamente estaba relajadamente sentado y sus expresiones denotaban una tranquilidad impresionantemente contagiosa. Decidí sentarme al lado suyo para perderme en el calor de sus abrazos y en la profundidad de sus ojos. Automáticamente sonreí y lo invité a quedarse conmigo.

1 comentario:

Juancito dijo...

jeje yo no sé q pensar >.< jajaja



"Hoy puedo sonreír y reír sin esfuerzo alguno,"

Uf, la mejor sensación del mundo.. Sonreír sin sentir los pómulos forzados :D ^^



beso chi..nos hablamos :)

muy bueno by the way ;)