21 feb 2010

Punto y aparte

De repente abro mi cuaderno y las palabras empiezan a circular sin sentido sobre sus hojas. Intento concentrarme en ordenarlas pero no me permiten unirlas en una oración coherente. Agarro entonces una hoja en blanco y pretendo volcar todas aquellas cosas que quiero decir y no sé cómo. Palabras sueltas comienzan a surgir de mi birome y me angustio aún más. Nuevamente si ríen de mi y no dejan atraparse. Decido entonces, en un acto de rebelión, arrancar las hojas y abollarlas, para luego jugar al básquet con mi tacho de basura. Una vez instaladas en el fondo del mismo me miran con un dejo de reproche. Con algo de culpa por el impulso, resuelvo recogerlas. Las hojas, la birome, las palabras y yo intentamos reconciliarnos. Es así como me siento nuevamente en mi escritorio y me sumerjo en un mundo que sólo yo comprendo.

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